"Renovación de cuadros", "refrendar la militancia", frases que el priismo mexiquense utiliza en su proceso de credencialización estatal y que, a cuál más, a cuál menos, son repetidas en panegíricos -cada vez en mayor retirada, tristemente- con más entusiasmo que cerebro.
No es que uno se burle -bueno, sí, pero tantito- , de la desgracia tricolor y el declive de su imperio. Lo que sucede es que, como cualquier buen psicólogo puede ver, los tricolores siguen en la negación. Creyendo que pueden recuperar lo que un día fueron.
"Nada me han enseñado los años...", podrían cantar al mismo son que el maestro José Alfredo.
Esta campaña de credencialización lo que ha hecho es exhibir el escaso respaldo social con el que cuenta este partido. De otro modo, no estarían suplicando -esa es la palabra- por que vuelvan a integrarse quienes en un momento fueron parte del mismo.
La realidad es que la marea roja mexiquense, al menos por el momento, no es más que un bonito recuerdo en las casas de priistas distinguidos, porque abajo, en la base, no hay más que desencanto y la sensación de haber sido utilizados, como, de hecho, siempre lo fueron.
Analicemos la cuestión de fondo. El lema "Un Nuevo Comienzo" implica renovación, novedad, cambio. Pues bien, del priismo de inicios del milenio al actual, ¿cuáles son las diferencias?, ¿en qué es distinto el PRI del 1 de julio de 2018 al del día de hoy?
Son los mismos nombres. Alejandra del Moral es la misma líder. En los municipios no surge nadie que no sea conocido. Los mismos apellidos, los mismos cotos de poder, la misma sonrisa hueca y el sonido de la matraca que oculta lo vacío de las ideas.
¿Y así creen que van a acabar con la desconfianza que representa el tricolor a nivel social?
Buena suerte...
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