Che Guevara; la fría máquina de matar

"¡El odio es el elemento central de nuestra lucha! El odio tan violento que impulsa al ser humano más allá de sus limitaciones naturales, convirtiéndolo en una máquina de matar violenta y de sangre fría. Nuestros soldados tienen que ser así.”

Ernesto Guevara de la Serna 

En las revoluciones armadas no andan santos, ni se reparten rosas. Eso todos los sabemos. 

Pero, entonces, ¿por qué ese afán de convertir en santos a los revolucionarios cómodos? Algo Así pasa con Ernesto Guevara de la Serna, a quien todo el mundo conoce como el Che Guevara.

Nacido argentino y adoptado por Cuba, nación que le brinda escaparate mundial. El joven Guevara puede ser todo, pero no el émulo de Jesucristo que a veces nos pintan.

Si bien, cualquier puberto con afanes libertarios puede portar su foto en una playera, la realidad es que el marketing político (...qué victoria tan irónica sobre alguien que propugnaba por el comunismo...) ha borrado una de las frases que pintan al Che de cuerpo entero, al mencionar: "Los jóvenes deben abstenerse de cuestionamientos ingratos de los  mandatos gubernamentales. En su lugar, tienen que dedicarse a estudiar, trabajar y al servicio militar"

Así que jovencit@ revolucionario, a callar, que para eso tiene quien  piense por usted.

Pero esa no es la única joya del Che. De hecho, una de las facetas más brutales del héroe fue su constante y tétrica homofobia que se tradujo en cientos de encarcelamientos de homosexuales al triunfo de la Revolución Cubana, seguidos de disidentes del régimen dictatorial. Los primeros campos de concentración en Cuba son obra de Guevara.

Sin embargo, su momento estelar llegó cuando se hizo con el control de la fortaleza de San Carlos de La Cabaña, donde ordenó el asesinato de miles de hombres. Su forma de resolver cualquier problema en el sitio era de una prodigiosa simplicidad  “Ante la duda, mata”. Basta decir que en ese sitio murieron miles de personas y que el Che, en el colmo del sadismo, invitaba a los familiares de los muertos a pasar al frente del paredón donde aún había sangre fresca.

Y en eso de matar, además, tenía facultades de niño genio. En cierta ocasión, cansado del largo juicio en contra del líder campesino Eutimino Guerra, y ante las dudas de sus compañeros, resolvió la cuestión del siguiente modo: "…acabé el problema dándole en la sien derecha un tiro de pistola  32, con orificio de salida en el temporal derecho. Boqueó un rato y quedó muerto... ejecutar a un ser humano es algo feo, pero ejemplarizante"

Saludos Che, saludos desde México, aquel país que definiste como "una banda de indios iletrados".

Una frase que tiene, por lo menos, una verdad.