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jueves, 24 de enero de 2019

The Joker, la fascinación del caos


"¿Me veo como un tipo que hace planes? ¿Sabes qué soy? Soy como un perro persiguiendo autos... no sabría qué hacer si alcanzara alguno… "

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Cuando Bill Finger y Bob Kane -siempre en ese orden- crearon a Bruno Díaz/Batman, nunca imaginaron que estaban dando a luz al ícono del héroe, parido desde la bala que mató a sus padres en un misérrimo callejón de Ciudad Gótica.

Resultado de imagen para the joker cardCuando Jerry Robinson -colaborador de ambos- ideó un contrapeso para el murciélago, se le ocurrió la simple idea del antónimo. ¿Qué representa Batman? La oscuridad, el orden, la justicia (inalcanzable, pero siempre a la vista). The Joker debía ser la otra cara de la luna. Un tipo extrovertido, excéntrico, caótico, sin leyes ni amor a nada. Ni a sí mismo.

Los naipes de la baraja inglesa fueron la respuesta.

Batman # 1 fue el escenario para que ambos personajes comenzaran una lucha que sigue sin visos de acabar -$ y menos teniendo en cuenta los recursos que generan $-. A partir de ahí, el payaso rimbombante y simplón en la sosa era de los primeros comics fue mutando.   

Sin saber de dónde demonios salió, The Joker acumula años y crímenes en su haber. El primero, quizá, contra sí mismo. En la maravillosa Broma Asesina (The Killing Joke)  lo vemos como un comediante fracasado. Malísimo, además.

La ironía lo alcanza cuando es invitado a robar cierta industria. Acepta para subsistir junto a su esposa embarazada y pagar la renta del cuartucho en el que habitan.  Un accidente tonto mata a la mujer y lo deja sin el objetivo que tenía para delinquir.

Eso no le importa a sus compañeros, esa noche se cometerá el crimen y, sino, él pagará con su vida.
Resultado de imagen para the killing joke comicComo es lógico, el robo sale mal. Batman acude y trata de atrapar a los maleantes. Quien en un futuro será The Joker, usa una capucha roja que le impide ver bien y cae en tanques de una sustancia que lo desfigura. Cabello verde, piel pálida, labios rojos. No soporta su propia imagen y pierde la razón.

 En la Broma Asesina, el mismo Joker reconoce que no recuerda bien su pasado, y que a veces le agrada rememorar las cosas de un modo y luego de otro, por lo que no hay certeza alguna en que esta historia sea verdadera.

A partir de esto tenemos a un verdadero hijo de puta, capaz de matar a golpes con una barra de hierro a Robin –Jason Todd-, disparar a y dejar paralítica Bárbara Gordon ; hija del comisionado James Gordon, asesinar a la esposa del mismo comisionado, Sarah Essen, dejándola desangrarse entre bebés que había secuestrado, despellajar vivo a un asesino y lanzarlo a un escenario, o rebanarse el mismo la piel del rostro.


Nada es demasiado para el Guasón. Nada es sacro. Nada está a salvo.

Si pudiera, asesinaría a Finger, a Kane, a Robinson y a los morbosos que leemos sus explosiones de estupidez genial.

Sabe, además, que Batman siempre estará ahí para molerlo a golpes y romper sus huesos. Para que el oscuro murciélago pueda cubrirse con la hipocresía de la ley que él mismo desearía romper.

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