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viernes, 25 de enero de 2019

Ay, ay, ay...Acambay

Las imágenes de aquel 12 de enero son elocuentes.
¿Son cien?, ¿son más? Es una turba que nada en combustible. Hombres y mujeres que se afanan por llenar garrafones, cubetas y tambos. Lástima que sólo quepa en ellos unos cuantos litros y no toneladas de hidrocarburo.
Son la gente que (presumiblemente) vive en Detiñá, Acambay. Municipio tan amado por sus originarios (¿verdad, Carmina?) que hoy se ha vuelto sinónimo de la rapiña. Qué triste. Qué injusto.
Pero ahí están las imágenes en video. Ni cómo negar lo que ocurrió.
¿Basta un evento particular para definir la esencia de un lugar?
No debería, pero así ha ocurrido durante los últimos días. Denostado por distintos medios, sobre todo en redes sociales, Acambay carga la fama de huachicoleo. Ya antes, sin la exposición mediática que le regaló el citado video, en este municipio se ha detenido a personas presuntamente dedicadas a ello.
Pero una cosa es detener a uno o dos con gasolina mal habida y otra es detener a una riada de gente dedicada a la rapiña. Porque, en términos correctos, esta es la palabra perfecta: rapiña.
¿Pero, no habíamos quedado que el pueblo era bueno?
Pues, nada más para empezar, podemos percibir que las generalizaciones no se ajustan a la realidad. Ni todos los atlacomulquenses son priistas, ni todos los orenses son cultos, ni todos los sanfelipenses son mazahuas, ni, por supuesto, toda la gente de la clase media o media-baja son personas buenas.
En realidad, los términos de bondad y maldad son demasiado abstractos para aplicarlos a una sola persona, ya no digamos a una multitud.
Pero lo que vimos en ese video, no tiene forma de excusarse. Porque de lo que fuimos testigos, es de un crimen. Artero, descarado, sinvergüenza, ventajoso y con muy pero muy poca madre.
Los ciudadanos somos muy afectos a culpar a los demás por sucesos de este tipo. La pregunta entonces, es a quién le cargamos la responsabilidad de esto. ¿Al PRI? ¿Al PAN? ¿A Morena? ¿A la pobreza (económica y moral)? ¿A un Dios que nos ha abandonado?
¿Y si mejor nos hacemos responsables por nuestros propios actos?
Robo es robo.
Pero no es el único, por supuesto, al menos durante los primeros días de este año. A la nueva administración de Acambay le viene una enorme tarea que no será ni simple ni sencilla.
Nada más para darle la bienvenida, en los límites de Detiña y Dongú (comunidades acambayenses) se reportó la venta ilegal de combustible en aquel sitio. Todo a bordo de una camioneta suburban; hecho que movilizó 4 unidades de la policía municipal.
¿El día? 2 de enero, pasadas las 6 de la tarde.
Y luego el 7 de ese mismo mes, sólo que en la comunidad de La Florida, pasado el mediodía, otra vez hubo necesidad de movilizar las patrullas de la fuerza pública. El C5 reportó que existía un torrente de combustible fluyendo por el lugar.
Hablamos de toma clandestina ubicada en terrenos agrícolas. A sólo medio kilómetro de la iglesia local.
El 16 de enero, otra vez una toma clandestina en Acambay. Y el 18, 66 muertos (según el reporte al momento de escribir esto) en Hidalgo, por una acción igual a lo mostrado en el video de Detiña.
Los hechos siguen y, por supuesto, seguirán mientras sea un negocio rentable el vender gasolina o diésel. Esta es una plaga que no se terminará con buenos propósitos.
Por supuesto, me queda claro que en Acambay existe mucha gente honesta, amante de su municipio y dedicada a hacerlo crecer.
Pero, evidentemente, conviven con una industria bien estructurada, con contactos y complicidades. Una industria que no se va a terminar sólo porque la exhiban en un video, mientras a nadie se le haga responsable por sus acciones.
A propósito: Ya bastante entrado el siglo XXI y se sigue haciendo gala de intolerancia. Basta ver la sección editorial de la edición pasada. Ni modo.

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