Periodismo que no es incómodo para los grupos de poder, no es periodismo real. Así de simple.
Por supuesto, esto no quiere decir que la finalidad sea convertirse en un opinador “anti”, porque entonces estamos desbalanceando otra vez el equilibrio que debería existir en aquellos que desarrollamos el oficio.
Ésta, por supuesto, no es una lección de periodismo. Me limito a dar lo que considero (con las luces que tengo) mi versión de lo que es este trabajo.
A este respecto, ¿qué tenemos en el panorama inmediato?
Debemos comenzar por una verdad de a kilo: la fórmula tradicional de hacer periodismo se acabó en materia de credibilidad. Ni siquiera es que se haya gastado, es que ya no tiene razón de existir en la actualidad.
Quien apueste a las viejas formas, o se mantenga en ellas, está condenado al fracaso.
¿De qué fórmulas se habla? La más común es la práctica del gacetilleo. Aquellos medios de comunicación que sólo se dedican a reproducir boletines oficiales, sin llevar a cabo ninguna investigación propia.
Por supuesto, con lo que sí cuentan es con una columna de opinión, en la cual (¡qué caray!) todo es maravilloso en los municipios que sí se se anuncian y, por el contrario, todo es caótico en aquellos que no lo hacen.
No está por demás subrayar que la mayoría de este tipo de “columnitas” (sí, “columnitas”) ni siquiera cuentan con las cualidades básicas de ortografía. Sólo están pensadas para golpear y asustar crédulos, por lo que cualquier prófugo del primer año de primaria puede autoasignarse el mote de periodista.
Esto funcionó hasta hace no mucho tiempo, pero dado el corte de recursos y el cambio de partido político ganador, esa fuente de ingresos se vio limitada (aunque no desaparecida, claro).
Del otro lado tenemos al periodismo militante; el que está casado con una fórmula política y la defiende pese a que las realidades le tallan en la cara lo contrario. Cada partido político tiene el suyo, hay medios netamente priistas y medios pro morenistas.
Con respecto a estos últimos, es lamentable el papel que realizan el día de hoy. Todo lo que antes era motivo de crítica, ahora se vuelve causa de excusa. “Es culpa del PRI”, “Así de mal dejaron todo”, expresan, como si no existiera un gobierno en la actualidad que, en los tiempos de ser oposición, se cansaba de asegurar que todo se resolvía rápido y de manera decisiva.
Sin embargo, los tiempos modernos nos han traído una nueva plaga. Las redes sociales (“las benditas redes sociales”, dice el Presidente AMLO), nos entregan otro aspecto de lo que muchos consideran que es el “periodismo”.
Facebook está podrido de páginas que se se presentan como Medio de comunicación/noticias pero, ¿cuántas de verdad se dedican a generar información?
La gran mayoría de ellas (no exagero, estimo que un 98%) no investiga, no genera información, no discierne y ni siquiera evalúa las consecuencias de publicar las tonterías que sube a las redes sociales. Los rumores son bienvenidos, el copiar y pegar notas de otros medios, a veces sin siquiera dar el crédito, también.
En el colmo de la ingenuidad, creen que hacer memes es equivalente al periodismo.
La premisa básica de estas páginas, es no dar a conocer quién las administra. Obviamente, eso sucede para evitar consecuencias legales, o para no quedar al descubierto que, como es lógico, de periodistas sólo tienen la intención…o puede que ni eso.
Vivimos tiempos mejores que los del pasado, al menos en materia de apertura y opciones informativas. Eso ni siquiera lo discuto.
Pero…
A propósito: como cada año, el 11 de abril se festejó el Día del Periodista Mexiquense. Después de lo aquí expuesto, ¿entonces sí celebramos?
*TEXTO PUBLICADO ORIGINALMENTE EN LA REVISTA D´INTERÉS
https://www.facebook.com/revistadinteres/posts/2624543754239685?__tn__=K-R
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