Atlacomulco, México 15/05/2019.
Como institución, la primaria Rafael Favila es la escuela más antigua de Atlacomulco. Nada más existe desde 1824, cuando se nombraba Escuela de Primeras Letras.
Como siempre, para adentrarse en la historia municipal, es conveniente consultar los textos del profesor Antonio Corral Castañeda, así es como encontramos en su obra "Historia de la Educación en Atlacomulco", que la primaria Rafael Favila -obviamente, antes de que se le asignara ese nombre- fue una escuela exclusiva para niños en sus inicios.
Posteriormente, ya en el ciclo 1870-1871, se logró que las niñas también ingresaran a sus aulas, aunque eso sí, separadas de los niños, designando salones según el sexo de los estudiantes.
No sería hasta el lapso de 1928 a 1930 cuando la escuela se vuelve mixta, es decir, dentro de las aulas se mezclan niños y niñas sin distingos y sin prejuicios.
Qué bueno.
El edificio que conocemos en la actualidad comenzó a funcionar de manera formal el 13 de mayo de 1944, cuando lo inauguró el entonces Gobernador del Estado de México, Isidro Fabela Alfaro, a quien acompañaban el presidente municipal de Atlacomulco, don Isaías Monroy Cruz y el, en ese momento Secretario General de Gobierno, Alfredo del Mazo Vélez.
Hagamos un alto, porque conviene a nuestra historia dejar en claro este dato.
Los censos de población en México son ejercicios bastante antiguos. Los emperadores mexicas, por ejemplo, ya tenían la costumbre de hacerlos, situación que se replicó durante la época de la colonia; aunque de manera más extensa y técnica, el primer censo formal de nuestro país data de 1895, durante el gobierno de Porfirio Díaz.
Pues bien, hacia 1940, según el censo realizado ese año, Atlacomulco tenía una población de 15 mil 645 personas.; 7 mil 705 hombres y 7 mil 880 mujeres integraban este municipio.
Ahora bien, volviendo a la inauguración de la Escuela Primaria Rafael Favila, la historia cuenta que, ese día, el primer sorprendido con el tamaño y diseño del edificio fue don Isidro. Se percató del evidente error ortográfico en la fachada, al leerse "Fabila"; observó los grandes salones, las escaleras, el patio que todos los que hemos entrado a esa escuela hemos visto. Las banquitas que sustentarían -años y años después- las charlas bulliciosas de miles de alumnos.
Mesurado, como aseguran que era quienes los conocieron, Don Isidro puso su mejor cara durante el recorrido, a lo largo de los discursos y mientras se externaban las felicitaciones que siguieron al cierre formal del evento.
Ya después, en privado, la leyenda cuenta que el Gobernador mandó llamar a Alfredo del Mazo. A don Isidro, que quería muchísimo a Atlacomulco, no se le escapaba que en ese momento era muy grande la escuela para la población.
-Alfredo -dijo Fabela-, se te pasó la mano. ¡Esto es un elefante blanco! ¿Cuándo lo vamos a llenar?
¿Qué diría ahora, en este 2019, si viera el número de niños que entran y salen durante los turnos matutino y vespertino?
Isidro Fabela Alfaro, el mayor símbolo que tiene Atlacomulco, en pocas ocasiones se equivocaba.
Y en esa ocasión, qué bueno que erró.
este trabajo es propiedad de Leviz Digital.
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