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miércoles, 17 de abril de 2019

PEDRO; TAN NECIO, TAN IMPULSIVO, TAN HUMANO

Resultado de imagen para la crucifixión de san pedro

Desde hace mucho tiempo, los jerarcas católicos  han decidido que son los únicos representantes de la iglesia que fundó Jesús, esto por encontrarse en la ciudad de Roma y seguir la labor que inició el apóstol Pedro, primer obispo de la ciudad eterna.

Por supuesto, tal afirmación es muy endeble y bastante discutible. Basta con saber un poco de historia para generar dudas o, definitivamente, desechar tal declaración.

Sin embargo, este texto no está encaminado a ello, más bien, la intención será analizar la figura de Pedro, sin duda uno de los privilegiados al estar presente en la mayoría de los sucesos trascendentales de Jesús. Si hemos de ser honestos,  él, Santiago o Jacobo (recordemos que es el mismo nombre) Juan y -de acuerdo a los evangelios apócrifos- Magdalena, formaban el primer círculo del Mesías.

Todo comenzó en el mar de Galilea, donde Jesús comenzaba su ministerio. Sin contar aún con discípulos,  "vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, echando la red al mar, pues eran pescadores. Y les dijo: «Seguidme, y os haré pescadores de hombres». Y ellos, dejando al instante las
redes, lo siguieron. Y adelantándose vio allí a otros dos hermanos, Jacobo el hijo de Zebedeo y Juan su hermano, que en el barco con Zebedeo su padre preparaban sus redes, y los llamó.  Y ellos al instante, dejando el barco y a su padre, lo siguieron". (Mateo, Cap. 4 Vrs. 18-22)

Si seguimos estrictamente el orden en el que son mencionados, podemos considerar a Pedro como el primer apóstol de Cristo. Pero eso no logró que Pedro destacara del resto, ni por fe ni por labor. Conocido de todos -en cualquier película bíblica aparece la escena- es el vergonzoso episodio en el que su fe lo abandona al decidir caminar sobre el mar.

 Todos los apóstoles se embarcan sin Jesús. A la mitad del mar surge una tormenta y, a lo lejos, ven una figura que camina sobre el agua. Se aterrorizan. Piensan que es un fantasma. Entonces ocurre lo siguiente: "Al instante Jesús les habló diciendo: «Tened confianza, soy yo; no temáis».  A modo de respuesta, le dijo Pedro: «Señor, si eres tú, ordéname ir hacia ti sobre las aguas». 29 Y él dijo: «Ven». Y bajando del barco Pedro caminó sobre las aguas y fue hacia Jesús. 30 Pero al ver que el viento era fuerte temió, y tras empezar a naufragar gritaba, diciendo: «¡Señor, sálvame!». 31 Al instante, Jesús, tendiendo la mano, lo cogió y le dijo: «Hombre de poca fe, ¿por qué empezaste a dudar?». 32 Y tras subir ellos al barco el viento se calmó. (Mateo, C.14 Vrs. 27-32

A continuación tenemos el episodio que más ha explotado la Iglesia Católica, cuando Jesús  pregunta a sus apóstoles «¿Y ustedes quién dicen que soy yo?». Como respuesta, le dijo Pedro: «Tú eres el Cristo, el hijo del Dios vivo».  Y le dijo Jesús: «Eres afortunado, Simón, hijo de Jonás,  porque la carne y la sangre no te lo revelaron, sino mi Padre celestial. Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra construiré mi iglesia, y las puertas del infierno  no la vencerán.  Te daré las llaves del reino de los cielos, y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos». (Mateo, C. 16, Vrs. .16-19)

No obstante, hay un hecho que debemos tener en cuenta. Esta declaración de la primacía de Pedro no aparece en ningún otro evangelio. No estamos hablando de cualquier cosa, ya que una afirmación de tal peso -de haber sucedido- forzosamente debió dejar más de una huella, pero no la recogen los evangelios de Juan, Marcos y Lucas, por sólo citar los textos canónicos. 

Peor aún, solo unas líneas adelante de este suceso, Jesús comienza a decirles que habrá de padecer, morir y resucitar al tercer día. Pedro -impetuoso como siempre- asegura que nunca permitirá que lo dañen. Entonces Cristo pierde la paciencia, ocurriendo lo siguiente: "Y él, volviéndose, le dijo a Pedro: «¡Vete de mí, Satanás; eres un escándalo para mí, porque no consideras las cosas de Dios sino las de los hombres!» (Mateo, C. 16, V. 23)

¿Entonces en qué quedamos? ¿Pedro es el príncipe de los apóstoles o  un instrumento de Satanás?

El carácter impulsivo de Pedro se vuelve a manifestar durante la celebración de la Última Cena. Esto aparece en el evangelio de Juan, cuando Jesús comienza a lavar los pies de sus apóstoles. Pedro se escandaliza porque no se siente digno de que el maestro realice esta labor. Por ello, cuando Jesús se acerca a él, dice:  "«Señor, ¿tú me vas a lavar los pies?». Respondió Jesús y le dijo: «Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora, pero lo sabrás después».  Le dijo Pedro: «De ninguna manera me lavarás los pies jamás».Le respondió Jesús: «Si no te lavo, no tendrás parte conmigo». 9 Le dice Simón Pedro: «Señor, no solo mis pies, sino también las manos y la cabeza»." (Juan, C. 13, Vrs 6-9)

A diferencia de la primacía de Pedro, que sólo aparece en el evangelio de Mateo; los cuatro evangelios recogen el trágico suceso de las negaciones. El momento en el que lleno de temor -algo muy humano, debemos reconocerlo- Pedro reniega de Jesús, dice no conocerlo y comienza a maldecir. Por 3 veces ocurre esto, canta el gallo y el apóstol recuerda que eso ya lo había vaticinado Jesús, entonces comienza a llorar por su cobardía.

Ya antes, en el prendimiento de Jesús en el Huerto de los Olivos, Pedro hiere a uno de los que iban a aprender al Mesías. Cosa curiosa, además, el evangelio de Juan asegura que Pedro usaba una espada, todo un contrasentido en un movimiento supuestamente pacífico. 

Los evangelios apócrifos ofrecen otros detalles sobre la personalidad del apóstol. inclusive existe uno de ellos llamado Evangelio de Pedro, donde se supone que él mismo narra en primera persona. 

Otro de ellos, el Evangelio de Bartolomé, sí reconoce la autoridad de Pedro sobre los demás, al expresar: " Los apóstoles se pusieron detrás de María. Y ella dijo a Pedro: «Pedro, jefe y columna la más firme, ¿te quedas de pie detrás de nosotros? ¿No dijo el Señor que la cabeza del varón es Cristo  [y la de la mujer es el varón?]. Ahora bien, colocaos delante de mí para orar»".

Sin embargo, en el Evangelio de Tomás encontramos una de las rivalidades más fuertes dentro del grupo de los primeros cristianos. En él se asienta que Pedro tenía una fuerte animadversión hacia María Magdalena. Tanto que: "Simón Pedro dijo: «Que María salga de entre nosotros, pues las mujeres no son dignas de la vida». Jesús dijo: «He aquí que yo la empujaré a que se haga varón, para que llegue a ser también un espíritu viviente semejante a nosotros, los varones; pues toda mujer que se haga varón entrará en el Reino de los cielos»"

Un ligero estudio psicológico demostraría que el afecto de Pedro por Jesús era tal, que en cierto sentido, deseaba que su atención fuera sólo para él.

De cualquier modo, el episodio final  del apóstol-basado en una leyenda, ya que no existe ningún documento de la época se cita- demuestra el amor que sentía por su maestro.

Durante las persecuciones a los cristianos decretadas por el emperador Nerón, Pedro es atrapado y lo conducen al martirio. Ya es un anciano, pero no a perdido la devoción a su fe, por lo que, a modo de ironía,, deciden que, ya que ama tanto a Jesús, también morirá crucificado.

Pedro, en un  acto final de humildad, pide que no lo crucifiquen de la manera tradicional, sino que claven la cruz con la cabeza hacia abajo.

¿El motivo? No se sentía digno de morir de la misma forma que su maestro. 

Respeto y lealtad hasta lo último. 



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